martes, 24 de marzo de 2009

DEPORTE Y BIPOLARIDAD (II)

UNA VISION PERSONAL
Considero el estado de forma como un estado de sobre salud o dicho de otro modo, un estado de salud mejor que tener buena salud.
Por otro lado es de sobra conocido que a pesar de que cuerpo y mente son entes diferentes, no son compartimentos estancos, sino que están íntimamente relacionados. Al someter el cuerpo físico a un proceso de entrenamiento, que por cierto es simplemente un tratamiento médico, que en vez de utilizar fármacos utiliza cargas de trabajo planificadas para conseguir un determinado objetivo, este experimenta los cambios que nos permiten ir más rápido, más alto o tener más fuerza, por lo que es lógico pensar que estos cambios físicos en el cuerpo también afectan a la mente. Mi experiencia personal así me lo demuestra año tras año.

En el 2001 se desarrollo en Ibiza el campeonato del mundo de Triatlón, 4.000 m de natación, 120 km en bici, sin poder chupar rueda y 30 km de carrera a pié. Decidí participar, estuve dos años preparando el evento, creo que acerté, con el tratamiento, carga-trabajo y el día de la carrera estaba que me salía, pero “sólo” me sirvió para quedar por la mitad más o menos, mi tiempo fue de 8 h 4 min a más 3 h 34 min del vencedor.
Como en todo, había diferentes categorías, después de esta entrada en situación voy a lo que nos ocupa.

Mi novia, que es de Fornells, y yo llegamos a Menorca un sábado de junio, era el final de un viaje que duró siete días, tres ferrys y un coche.
Durante todo el verano y principio del invierno, gozando de un estado de forma óptimo que también se reflejaba en mi estado mental y emocional, disfrutaba de un “eje de oscilación personal” envidiable, con un buen control de estas posibles oscilaciones. Pero como una de las verdades inexcusables es que cuando las cosas van bien van a cambiar a mal, así ocurrió.
Mis desastibilizaciones vienen a final de invierno. Desde que comencé a tomar litio la gravedad de las mismas disminuyó, hasta el punto de estar estable varios años. Pero en enero de 2004 comenzó un brote, que al estar inmerso en un nuevo trabajo que me absorbía totalmente no fui capaz de detectar y actuar en consecuencia, resultado: perdida del empleo, engordar más de ocho kilos, etc., la valoración que hago de esta situación sería un nivel bajo de forma física que me implicó en un deficiente control personal, corroborado por pequeños problemas en mis relaciones laborales.

Terminado el verano empecé de nuevo a entrenar y nuevamente en enero me dio un nuevo brote, del que me di cuenta inmediatamente por lo que fue menos virulento, consiguiendo recuperar mi peso ideal, que para mi es muy importante.
Hoy tengo muy claro que el deporte es salud y que está por encima del trabajo, no quiero repetir experiencias pasadas; mucho trabajo y nada de deporte igual a mala salud mental.
Siguiendo todo el proceso deporte-dieta, mi salud se resiente para bien, me encuentro mas a gusto conmigo mismo, con mis amigos y familiares, incluso mi relación de pareja parece que ha mejorado, que por cierto he de decir que jamás oculte mi problema de salud mental a mi novia, tomaba los medicamentos en su presencia y le comenté en que consistía la enfermedad. Ella pudo experimentar durante el ya mencionado brote de enero, por primera vez, la realidad de la convivencia con un bipolar en fase de manía, aunque le resultó muy diferente el verlo y vivirlo que el saberlo.

Quiero comentar que por las observaciones de Caterina, tomó conciencia de la relación entre mi estado de forma física y la salud mental, que confirma mi teoría de que a mejor forma física mejor salud mental.
Mi novia me ha dicho varias veces que nunca estuvimos tan bien como cuando vivíamos en Morro, la explicación sencilla, estaba entrenando a tope (preparando el campeonato de Ibiza), doblando entrenamientos, entrenando a diario.
Concluyo esta historia personal considerando al deporte como una herramienta de suma importancia para un tratamiento activo del bipolar; puede requerir disciplina y sacrificio al principio, pero al hacerlo hábito, se afianza, se convierte en placer y el sacrificio es deseo.
Juan Rodríguez Peláez
"Cicli"

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